En el viaje de la vida, pocas cosas vienen dadas. Sin embargo, el fracaso es inevitable.
De un modo u otro, experimentarás contratiempos, desánimo o derrotas. En estas situaciones, el factor determinante será cómo respondas y sigas adelante.
La capacidad de recuperarse de los contratiempos se conoce como resiliencia; un rasgo que se ha relacionado con una menor susceptibilidad a las enfermedades mentales, así como con una mejor salud social y emocional.
En cierto modo, la resiliencia es como un músculo, y es importante empezar a entrenarla desde una edad temprana. Cuanto más fuerte sea tu resiliencia, más capaz serás de afrontar y superar los fracasos.
Es importante tener en cuenta que la resiliencia no te protege de los contratiempos ni te asegura que nunca te enfrentarás a retos. Más bien, proporciona las herramientas para afrontarlos de frente, crecer y recuperarse con más fuerza que antes.
Entonces, si la resiliencia es un músculo, ¿cómo puede entrenarse?
¡Me alegro de que lo preguntes!
Conecta con tu Comunidad
Se ha demostrado que tener una comunidad que te apoye tiene un impacto significativo en la salud mental y, en consecuencia, en la resiliencia.
En este artículo de la NAMI (Alianza Nacional de Enfermedades Mentales), se describen tres beneficios específicos de la comunidad: pertenencia, apoyo y propósito.
Esta comunidad tendrá un aspecto diferente para cada persona; puede encontrarse en un grupo de amigos, un club, una iglesia o la familia. En resumen, las personas con las que experimentes un sentimiento de pertenencia estarán ahí para apoyarte en los momentos difíciles. Del mismo modo, tú estarás ahí para apoyarles a ellos.
Cuídese
La importancia del autocuidado es ampliamente conocida y puede significar algo diferente para cada persona. Sin embargo, hay ciertos tipos de autocuidado que son más beneficiosos para la resiliencia.
Por ejemplo, es importante atender a los propios deseos y necesidades, pero también es importante cuidarse estando sano. Así que sí, cómete los dulces que te apetezcan, pero asegúrate también de comer verduras.
Del mismo modo, permítete descansar cuando lo necesites, pero realiza también una cantidad adecuada de actividad física.
El autocuidado es el equilibrio saludable de las necesidades mentales, físicas y emocionales que te mantendrán en un estado preparado para practicar la resiliencia, en caso de que experimentes algún contratiempo.
Sé indulgente contigo mismo
Cuando se comete un error, es importante reconocerlo; ignorar los defectos impide experimentar el crecimiento personal.
Sin embargo, también es importante no analizar en exceso estas situaciones ni obsesionarse con el fracaso.
La próxima vez que atravieses una situación difícil, asegúrate de ser un poco más tolerante contigo mismo (y con los que te rodean). El estrés puede acumularse rápidamente y manifestarse de forma negativa. Debemos reconocer cuándo ocurre esto para poder aplicar intencionadamente estrategias de resiliencia.
Por ejemplo, si te sientes abrumado, permítete dar un paso atrás y practicar el autocuidado. A menudo, dedicar tiempo a atender nuestras necesidades es el impulso que necesitamos para volver a encarrilarnos.
Enseñar estas estrategias a los jóvenes (¡y ponerlas en práctica tú mismo!) no sólo aumentará tu capacidad de resiliencia, sino que también tendrá un impacto significativo en tu salud y bienestar general. La resiliencia es un músculo, ¡y no hay mejor momento que el presente para empezar a entrenarla!
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